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  • Foto del escritorAntonia Pizarro

Mensajes Privados, un bonito collage de cartas de amor pegadas con cinta negra

Una sala de teatro llena y un preludio que indica que antaño fue un cine. Blanca Lewin entrega palabras de justicia para todas las mujeres que luchan (porque ese mismo día se dictó la esperada condena para Nicolás López); Matías Bize agradece la complicidad, admira al elenco y manda un mensaje de amor a su hija; y Nicolás Poblete lee una cita -un poco complicada- donde resuena la idea de perecer para vivir.



Mensajes Privados, dirigida por Matías Bize, se presenta de una forma súper cotidiana, porque luego de 2 años de pandemia -y contando-, la vista de una videollamada aparece como una imagen cercana y al mismo tiempo incómoda. El silencio imperante en los distintos espacios y la humilde luz acomodada en los objetos propios de las casas, transportan fácilmente a los deshabitados días de cuarentena.


Las narraciones a cámara van hilando historias personales en cada cajita solitaria de videollamada, reflexionando acerca de maternar, la violencia intrafamiliar, la paternidad invisible, abusos, engaños y supuestos, que pronto va marcando una diferencia: la realidad de la experiencia comienza a imantar una de las historias.


Quienes hemos sido

Quienes creemos ser

Quienes queremos ser

¿Logro ver quién soy?


Nicolás cuenta del diagnóstico de su hermana mayor siendo él un púber. Ese diagnóstico fue el sello de lo que sería la caracterización de su hermana y la apertura a una serie de eventos desafortunados “justificados”, que desembocan en el encuentro de su verdad revelada. La búsqueda de sus recuerdos y la materialización de los mismos en palabras, se ve reflejada en su mirada inquieta, que se adentra en su mente y construye una certeza a lo largo de su descripción.


¿Decidimos frente a sucesos azarosos y repetitivos como la aparición constante de la misma carta del tarot (y sus 10 puñaladas de espadas en el piso) o la familia?

Por fin una canción.


El relato triste de Nicolás tiene ternura y miedos, que se amplían en exhalaciones hondas y lágrimas, dando un significado cierto a la idea trágica (y antes complicada) de perecer para vivir. El paralelo con las actuaciones de sus compañerxs -quienes con mayor soltura se deslizan en un amplio abanico de emociones y control- contrasta. Este experimento de confrontar un mensaje privado propio y la actuación de mensajes privados externos, resulta en un bonito collage de cartas de amor pegadas con cinta negra, que invitan a revolver emociones y analizar la propia existencia.


Antonia Zegers, Néstor Cantillana, Blanca Lewin, Nicolás Poblete, Vicenta N'Dongo, Alex Brendemühl, Verónica Intile y (me llamo) Sebastián cuestionan preceptos, aventuran secretos y transparentan dudas. Desde cada cajita muestran que darle lugar al trauma y la historia, posibilita conectar con la experiencia (pasada y directa), más abajo de los patrones, más hondo que las creencias, abriendo espacio para apreciar, sea una historia vívida a través de la pantalla; el tacto de una manito suave en el rostro o el encuentro con monstruos.


Desde hoy disponible en los cines del país, revisa tu cartelera o entra a www.instagram.com/marketchile.



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